Aquí no se tira comida, punto. Porque somos gente decente.
Ni en mi casa ni en la tuya se tiran las sobras: se reciclan, se reinventan y, si hace falta, se disfrazan de plato gourmet. Aquí el brócoli de ayer vuelve renacido, el arroz se reivindica y el pollo se siente protagonista otra vez. ¿Ahorro? Sí. ¿Sostenibilidad? También. ¿Orgullo culinario? Sobre todo. Porque tirar comida es de villanos… y nosotros venimos a ser superhéroes del táper. Así que ponte manos a la obra.
Ingredientes con personalidad:
- Un par de filetes de pollo que ya están mentalizados para darlo todo.
- Ramitos de brócoli que se creían decoración pero hoy son protagonistas.
- Dos lonchas de bacon que van a hacer de tentación crujiente.
- Media cebolleta que siempre llora… pero hoy de emoción.
- Un puñado de guisantes que hacen de extras verdes.
- Una taza de arroz cocido que está esperando su segundo acto.
- Aceite, sal, pimienta y, si te pones fancy, un poco de salsa de soja. O una pizca de chile, paquepique.
Y así lo haces:
- El retorno del bacon crujiente. Pon el bacon en la sartén sin aceite: él solo ya trae suficiente actitud como para lubricarlo todo. Cuando esté crujiente como si fuera banda sonora de un anuncio, retíralo a descansar.
- El pollo entra en escena. En la grasita que dejó el bacon —que es básicamente oro líquido del sabor— suelta los trocitos de pollo. Dóralos hasta que parezcan orgullosos de sí mismos. Salpimienta con cariño.
- Las verduras se unifican. Añade la cebolleta, que empieza a chisporrotear como si te estuviera aplaudiendo. Después el brócoli, que llega siempre elegante, y los guisantes, que nunca saben dónde ponerse pero siempre suman. Saltea 4–5 minutos. Si el brócoli se pone duro, le echas una cucharada de agua y le dices:—Venga, relájate un poquito.
- El arroz se reincorpora a la vida. Echa el arroz cocido, que vuelve del día anterior como quien dice:
- —No estaba muerto, estaba de reposo.
- Mézclalo todo con energía, que esto es un salteado, no una meditación guiada.
- Vuelve el héroe. Añade de nuevo el bacon crujiente. Si quieres más fitness, añade solo un poco y haz como que el resto “se evaporó misteriosamente”.
- El toque final con estilo. Un chorrito de salsa de soja (si te sientes internacional). O solo sal y pimienta (si te sientes fiel a tus raíces). O picosito y ¡que viva México!
Remueve bien y apaga el fuego como quien cierra un espectáculo. Aquí lo tienes: un plato sano, sabroso, con cero desperdicio y con más personalidad que algunas series de televisión.—¡Mangia, mangia!, que diría tu abuela si fuera italiana.

