Vamos a preparar una cena salvavidas, ideal para cuando el hambre ruge más fuerte que una tormenta tropical y lo único que queda en la nevera son ingredientes mirando con cara de “yo qué sé, ¡improvisa!”.
Tortilla de supervivencia con lo que quedó (¡y a ver si mañana haces la compra!)
Esto es lo que necesitas:
- 2 huevos valientes
- 1 pimiento rojo asado que ya vio tiempos mejores
- Media cebolla que pide ser usada antes de jubilarse
- Un puñado de hojas de espinaca que juran que aún están frescas
- Un chorrito de aceite de oliva (más elegante que tú un lunes)
- Sal y pimienta al gusto
- Un poco de queso curado (si es que no se lo comió alguien a escondidas)
Preparación exprés:
- Pilla la sartén y échale un chorrito de aceite. Calienta a fuego medio, como quien calienta motores antes de una misión.
- Pica la cebolla en trocitos pequeños (tranqui, no tiene sentimientos) y sofríela hasta que empiece a dorarse y huela a gloria. Vigila, ¡no la quemes!
- Añade el pimiento asado en tiras. Déjalo mezclarse con la cebolla como si fueran viejos amigos recordando batallas culinarias.
- Lanza las espinacas a la sartén. Se marchitarán rápidamente, como tus planes de ir al gimnasio.
- Bate los huevos con un poco de sal y pimienta. Si te queda queso, rállalo dentro: el queso siempre mejora cualquier relación, incluida esta.
- Vierte los huevos sobre las verduras y mueve un poquito la sartén para que todo se lleve bien. Cocina hasta que cuaje por abajo.
- Si eres valiente, dale la vuelta a la tortilla. Si no, tápala y que se haga por arriba. Aquí no juzgamos.
Consejo de bruja con hambre
Si el queso curado es poco, cómetelo mientras cocinas. La tortilla igual va a estar rica y así no se siente solo.
Sirve, mira tu creación con orgullo y piensa: de esta nevera desierta… me he ganado una cena digna.
¡Buen provecho, héroe del hambre!

