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El fantasma de las tildes diacríticas

¡Hola!

Hace tiempo te prometí un segundo capítulo de una novela interminable… ¿Te acuerdas? 🤭.

(¿No? ¿Nada? Ay, qué cabeza, menos mal que yo sí)

Esa novela interminable no es más que el asunto de las tildes. A veces, somos demasiado nostálgicos. Cualquier tiempo pasado nos parece mejor. Concretamente, ese en el que nos dejaban acentuar a nuestro antojo los pronombres demostrativos. ¡Qué momentos!

Y oye, te lo admito, yo también soy de las que pensaban que quedaban hasta bien. Que tú escribías una frase medioqué, pero de repente aparecía un «éste» y aquello rezumaba sabiduría.

Pues, por si no te habías enterado, lamento comunicarte que hace ya bastantes años que no es correcto. Así que: no lo hagas 😊. En realidad, no queda tan bien y no parecemos ningunos entendidos. Todo lo contrario, la verdad.

Piri i qui pisi si…

No pasa.

Ya te lo digo.

Si una oración tiene una ambigüedad tal que solo una tilde es capaz de solucionarla, mejor escríbela de nuevo, porque algo no estás haciendo bien. Pero oye, que no te ofendas, que no son mis palabras, son las de la RAE:

«Como regla general, se recomienda no tildar nunca estas palabras, ya que las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas».

Ay, si es que te lo tengo dicho, ¡menos es más! (…a ver si ahora te vas a dejar la mitad de las tildes y me echas a mi la culpa, verás…).

Ale, otra cosita aprendida. Me voy, pero no sin antes recordarte que está habiendo mucho movimiento de comunidades autónomas anunciando cositas. Como influencer en Black Friday.

No digáis que no avisé: Navarra, Baleares, Galicia… Las oposiciones docentes de 2026 se vienen fuertes.

Ale. ¡Chao! 💙